¡Qué idílico suena eso de dar un paseo a la playa a caballo! ¡Cuánto tiempo aprendiendo equitación y cuántas horas con caballos hacen falta para poder disfrutar de un paseo por la playa!
Nunca olvidaré la primera vez que fuí a la playa con Lucero, y mi aita vino con una de las primeras cámaras digitales que acababan de salir a sacarnos fotos, que las guardo como un tesoro.
Estas pasadas Navidades, quise dar la oportunidad de vivir esa gran experiencia ofreciendo un paseo a la playa de Gorliz a mis alumnos, que aunque jóvenes, son grandes jinetes y amazonas. Después de años montando, tienen la experiencia suficiente para no solo aguantarse encima del caballo, si no de disfrutarla y hacérsela disfrutar a los caballos también.
Así me lo dijeron sus sonrisas de oreja a oreja mientras galopábamos por la arena y sus caras de emoción cuando llegaba la ola que nos iba a asustar. Volvimos felices después de galopar, chapotear, botar, revolcarnos en la arena, descansar en el pinar y coger fuerzas pastando.
Gracias Euge, Sofi y Sabiñe por cuidar a Penglaz, Pintxo y Kara y anteponerlos a vuestros nervios. Me emociona ver que miráis siempre por los caballos primero, que al darme la vuelta para comprobar que todo va bien, os habéis bajado para ponérselo más fácil, que les dejáis descansar cuando os lo piden, que no os importa que se revuelquen 20 veces en la arena y os aplasten un poco. ¡Sois tan bonitas!
Y eso no es todo, el regalazo que les trajo el Olentzero incluía un reportaje fotográfico por Haydé Negro. Así que tenemos un recuerdo precioso que comparto con vosotros. Espero que os gusten, a mi parecer, trasladan allí. La niebla, el reflejo de los caballos en la arena mojada… ¡Gracias Haydé!
Gracias, por el primero de muchos paseos más a la playa que, efectivamente, tiene algo mágico, que nos llena el alma a amazonas y caballos.
