Adolescentes y caballos

Cuando busqué un sitio donde poder dar clases a mis alumnos hasta que estuviera Cal Pampa, pensaba que sería muy dificil encontrarlo. Tenía que ser un sitio en el que los caballos vivieran bien y que la filosofía de trabajo y vida con ellos fuera, por lo menos, respetuosa, con un ambiente sano en el que sentirnos cómodos con el trato que se les da a los caballos y a las personas. Con tres o cuatro caballos sería suficiente, no importaba si la pista era grande, ni mucho menos cubierta, ¡somos chicas vascas y apasionadas!

Mucho más rápido de lo que imaginaba, apareció la oportunidad de dar clases en la casa de Julen. Un pequeño paraíso en el que se respira paz y se oyen pajaritos, con un track de gravilla y cobijo para pasar el invierno, rodeado de campas verdes y llanas donde los caballos viven en manada. Un lugar donde su naturaleza y su alma son respetados y cuidados con mimo.
Además de que nuestras yegüis se iban a alojar allí, teníamos la suerte de poder montar a los caballos de Julen: Kley, Sudán y Oro. Kley, el más grande y sensible; Sudán, el mediano y peluche con ojos vivos y Oro, pequeño negrito primo hermano de los pottokas.
Pues ahí que nos fuimos, invadimos su casa por completo, de la noche a la mañana, cuatro yegüas y unas quince adolescentes, nos asentamos allí con alegría por esta nueva etapa.
La emoción de cómo nos adaptaríamos todos, la novedad del sitio, nuevos caballos y personas por conocer y caminos pintados de otoño para descubrir con ellos.
Empezamos a conocernos y parece que nos aceptaron. Súperinteresante para las niñas conocer a otros caballos sabiendo que yo tampoco les conocía, empezar de cero con ellos, sin ideas preconcebidas, con todos los sentidos despiertos, sintiendo el presente y dejándonos llevar en este comienzo.
La estructura de las clases era como hasta ahora: llegar, gritos de adolescentes, abrazos, ponerse al día de lo larga que ha sido la semana sin verse mientras vamos al prado a por los caballos, cepillado y preparación de los caballos, monta el primer grupo, después el segundo, desensillar y agradecer, devolverlos al prado y ver como se tumban y revuelcan quitándose el olor a humanos ;p y hacemos un ratito de teoría, explicaciones sin caballo para terminar el día.
Después de unas primeras clases de toma de contacto, ya conocíamos un poco más a los caballos, refrescamos las bases en cuanto a postura y utilización de las ayudas; empezaría otra nueva fase, en la equitación de las adolescentes y en sus vidas también: DESARROLLAR SU ESENCIA.
En las clases aprenden cómo son los caballos y cómo han de colocarse para ser montados, entre otras cosas.
Un buen día, una de las alumnas, iba montada en Sudán y, después de analizarse a ella misma y revisarse mil veces, a ver qué era lo que ella estaba haciendo mal para que Sudán fuera invertido, comenzó este nuevo enfoque.
Seguro que la amazona tendría cosas que corregir (¡faltaría mas!), pero lo que ocurría era que el caballo tenía la costumbre de caminar así, utilizando los músculos de la parte inferior de su cuello en vez de los de la parte superior.
Y aquí viene la clave que me hizo adaptar la manera de enfocar las clases con las adolescentes. Clase parada, todas escuchando y los caballos buscando mimos durante la charla en los que estábamos a pie.
«Si el caballo no va bien, ¿para qué vamos a continuar moviéndonos mal? Cuanto más tiempo trabaje en esa postura, más avanzamos en la dirección contraria a nuestro objetivo. Hay que buscar la manera de ayudar a Sudán a que vaya buscando alargar su cuello y encontrar su equilibrio. ¿CÓMO LO PODEMOS HACER?»
La tontería adolescente se transforma en concentración y pasión. Me encanta este momento. Cabecitas echando humo. Ya saben qué buscamos, ahora les toca encontrar el cómo.
Buscando la manera de conseguirlo, se descubrirán a sí mismas. Pensarán, buscarán, estudiarán y preguntarán para ayudar a los caballos a hacerlo mejor, y eso les hará mejores a ellas. Cada una, con mi ayuda, desarrollará la creatividad, la capacidad de conectar, la autocrítica, la escucha, la responsabilidad de aprender para hacerlo bien, descubrirán la frustración de que las cosas no sean fáciles ni salgan según lo previsto, pero utilizarán las herramientas que van desarrollando con los caballos para superarse, sentirán el orgullo de ver el progreso de los caballos y su agradecimiento en sus resoplidos de bienestar. Se sentirán partícipes, útiles y autónomas, aprenderán a encontrar la manera de ser lo que quieran ser desde ya. Superarán el miedo a decir que no saben hacer algo o que lo han hecho mal, lo que les abrirá la puerta a aprender con honestidad, sin ser ni más ni menos que nadie. Comprobarán que mirando con ojos de amor encontrarán el potencial y que los caballos sentirán esa intención que viene desde el corazón y les regalarán las sensaciones más bonitas que puedan sentir. Alucinarán con lo fácil que es llegar a un caballo cuando antes has llegado a tí.
Gracias a que alumnas que empezaron siendo diminutas que soñaban con ponys siguen conmigo a día de hoy, puedo vivir con ellas su crecimiento y aprendo a guiarles en el camino de convertirse en lo que sueñen, gracias a los caballos.
En definitiva, aunque en un primer momento buscábamos caballos para practicar la equitación, lo que practicamos es una equitación productiva para los caballos y que les beneficie, lo que exige un crecimiento personal brutal de las amazonas, ¡y de su profe!
Confiar en su ilusión y acompañarles cuidando sus sueños es el lema de mi proyecto 2Cy7R, que avanza con ellas formando esta segunda familia de la que me siento muy orgullosa y a quienes dejo disfrutando y trabajando mientras yo me voy a Suiza a seguir aprendiendo para poder seguir enseñando.

1 comentario en “Adolescentes y caballos”

  1. Q suerte tenemos de tenerte en nuestras vidas, transmitiendo y reforzando los mensajes tan importantes, base para la vida en estas edades. Eres un pilar más para conseguir que nuestras txikis sean buenas personas, siéntete orgullosa.
    Gracias Lorena??
    Disfruta muchísimo y tráete toda esa sabiduría que compartirás con ellas.

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