Cómo nos enseñan los caballos a vivir en paz

Desde hace bastante tiempo no siento miedo. Sé que volveré a sentirlo, pero también sé que se volverá a disolver entre la paz que reina en el ambiente. La paz que respiro estando con los caballos. La suerte de vivir con ellos. Y es que… si me da paz, me lo está dando todo.

Siempre habrá cosas que me preocupen, sorpresas desagradables un jueves cualquiera, accidentes que parecen truncar sueños; pero no suelo verlo así. He sentido esa sensación de no saber en qué estaba pensando dando por hecho que lo que ayer estaba, iba a estar siempre, eternamente. Digo muchas veces eso de “no sabes lo bien que estás, hasta que dejas de estarlo”. He vivido realmente preocupada por todo lo que podía pasar, y luego ha pasado y he pensado que no ha sido para tanto.

Los caballos no se preocupan, ellos se ocupan. Se ocupan de estar en cada momento. Hay momentos de susto, pero la mayoría de momentos son de paz. Creo que cuando un caballo vive en paz, vuelve rápido a ella, aunque siga habiendo sustos. Son pequeños momentos en el día.

Estos últimos días he pensado que no deberían de estar pasando cosas que están pasando. Que no puede ser. Que no se lo merece. Que qué mala suerte. Que es muy injusto. Que el amor debería de vencer. Y vence. Siempre.

Da igual lo que pase. Puede ser muy horrible, desagradable y triste. Da igual. No puedes controlarlo. Ha pasado. Está pasando. Y ya te pones a pensar en todo lo que va a cambiar a partir de ahora. Ya nada volverá a ser como antes. Nos seguimos sorprendiendo. ¿Quién nos iba a decir el otro día que iba a ser el último día? … ¿De qué? ¿el último día del antes? Da igual que la vida nos siga poniendo en situaciones que nos hagan darnos cuenta de que no somos nada y de que nada es eterno, que nosotros vamos a seguir sorprendiéndonos. Sentimos que estos momentos marcan un antes y un después. Y así será, quien sabe. Pero qué manía, ¿no? Ni que alguien estuviera escribiendo un libro donde seamos los protagonistas y todo el rato nos ocurran historietas.

Me imagino una película, o un libro, y veo los caballos en el paisaje pastando. Entre tanta historia humanoide. Aunque el caballo sea el protagonista. Yo creo que él no está sintiendo que le ocurran muchas desgracias. A algunos caballos les ocurren pero yo no tengo la sensación de que eso es una desgracia para él. Creo que sienten dolor, incomprensión, e infinitas cosas más. Pero no creo que se estén sintiendo desgraciados, por grande que sea la desgracia.

Cuando algo va mal, miro a los caballos. Si ellos están mal, va mal de verdad. Rara vez es así. Quítate la preocupación por lo que será. Vas a sufrir dos veces. Ahora el caballo está bien, y sino nos OCUPAREMOS en hacer lo que podamos porque esté bien. Con preocuparte no vas a conseguir que nada mejore. No te sientas mal por no estar preocupada, los caballos tampoco lo hacen. Sé, estate, vive. Cada momento. Hasta los peores tienen su magia. Lo que pasa conviene. La vida es bella. Con amor todo es más fácil. Te va a dar paz querer bien. Esfuérzate por hacerlo y vas a respirar tranquila. Necesitas estar aquí y ahora para hacerlo. No puedes tener prisa. No hay nada mejor que hacer. Cuando notes que tienes miedo, piensa en tu caballo, siéntete afortunada de haber aprendido de él tantísimas cosas. Disfrútalas. Aplica lo que te ha enseñado. Acepta lo que ocurre. Adáptate.

Sé más caballa.

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